Los banquetes de boda ya se suman a la alta cocina y algunas fincas de bodas en Zaragoza incluso ofrecen los servicios de restaurantes consagrados como el Lillas Pastia o el Quema.
Las flores, la decoración, la música, los anillos… Todo tiene que estar perfecto para uno de los días más señalados para cualquier pareja, el de su boda. Entre tanto detalle y en una constante búsqueda de la perfección, uno de los puntos más importantes es la comida. Un día tan especial necesita un menú a la altura de las circunstancias, por lo que cada vez más fincas se han subido al carro de la alta cocina y ya incluso ofrecen los servicios de restaurantes como el Lillas Pastia de Huesca, galardonado con una estrella Michelin, o el Restaurante Quema, también propiedad del chef Carmelo Bosque y que, con el chef Manolito dirigiendo su cocina, también cuenta con un Sol Repsol y está destacado por la Guía Michelín como uno de los establecimientos con mejor calidad-precio de España.
De hecho, el Lillas Pastia de Huesca incluso gestiona directamente una finca, el Castillo de San Luis, situada a escasos kilómetros de Huesca y a poco más de media hora de Zaragoza, en la que además de la cocina se encarga de la organización completa de la boda, y también ofrecen bodas en el propio restaurante Lillas Pastia, situado en el conocido como Casino de Huesca, un espectacular edificio modernista situado en pleno centro de Huesca que llama la atención de todos aquellos que pasean por el centro de la capital altoaragonesa.
La cocina del Lillas Pastia, con el prestigioso Carmelo Bosque al frente, ofrece a las parejas la posibilidad de diseñar su propio menú de boda a partir de una serie de aperitivos y platos que pueden combinar a su gusto. Cuenta con una selección de tres menús especialmente creados para la ocasión en los que cada pareja podrá escoger entre las diferentes opciones que se plantean, desde los entrantes hasta el último plato que se servirá ese día, para tener un menú de boda único y personalizado. Y el Lillas Pastia, además de en su propio restaurante y en el Castillo de San Luis, una de las fincas de moda en Aragón, también ofrece sus servicios en tres fincas de la provincia de Zaragoza: los Jardines del Monasterio (Cadrete), la finca del Marqués ‘El Turrullón’ (Ontinar de Salz) y la bodega Dominio de Longaz, en Cariñena.
El restaurante Lillas Pastia sirve los aperitivos en el Castillo de San Luis:
Junto al Lillas Pastia, el restaurante Quema de Zaragoza, también propiedad de Carmelo Bosque, también se ha lanzado a los banquetes de boda. Este establecimiento, que cuenta con un Sol de la Guía Repsol y el distintivo Bib Gourmand de la Guía Michelin, con el que reconoce a los restaurantes de nivel con mejor calidad-precio. La cocina del Restaurante Quema, bajo la batuta del chef Manolito, propone una cocina de temporada que mezcla tradición y vanguardia con connotaciones de la cocina de autor. Junto a Carmelo Bosque, han articulado una propuesta gastronómica de calidad entregados al servicio del sabor y al deleite de los comensales.
El restaurante Quema sirve los aperitivos en los Jardines del Monasterio:
Igual que el Lillas Pastia, el Restaurante Quema trabaja en tres fincas zaragozanas, que se convierten en el paraje perfecto para una boda de ensueño. La finca de los Jardines del Montasterio se encuentra en Cadrete, a muy pocos kilómetros de Zaragoza, y ofrece a los interesados un espacio con una capacidad máxima de 250 comensales con vistas al jardín, un edificio antiguo habilitado para el baile y un edificio de labranza del antiguo Monasterio de Santa Fe. La finca del Marqués ‘El Turrullón’ (en Ontinar de Salz), con una capacidad de hasta 500 comensales, ofrece una combinación perfecta del ambiente rústico y las comodidades necesarias en un día tan señalado. Dispone de un gran salón lleno de luz natural, ideal para la celebración del banquete, y una variedad de espacios al aire libre. Otra opción es la del Dominio de Longaz, en Cariñena, que cuenta con su propia bodega y viñedo y un amplio edificio habilitado para acoger a todos los invitados en un ambiente rústico y cercano.