El Diamante Negro del Moncayo produce una trufa negra de gran calidad que cada día conquista a más amantes de la gastronomía. Entre ellos, a prestigiosos cocineros, entre los que se encuentran el conocido Karlos Arguiñano.
Cada vez son más los amantes de la gastronomía y la cocina interesados en comprar trufa negra, un producto del que Aragón es el mayor productor mundial. Una de las zonas en las que se puede encontrar este demandado hongo es la Sierra del Moncayo, de donde salen las preciadas trufas de El Diamante Negro del Moncayo. De hecho, su producto ha enamorado a algunos de los cocineros más conocidos de nuestro país, que acuden a esta empresa para comprar la trufa negra que usan en sus restaurantes. Uno de ellos es el televisivo Karlos Arguiñano, que incluso se ha desplazado hasta esta zona para ver cómo cultivan y recolectan la trufa.
Este producto se ha convertido en un imprescindible en la cocina para muchos, ya sea para preparar platos más electos en casa, para disfrute propio o para sorprender a los invitados con el sabor intenso y exquisito de este alimento. Además, aunque la temporada de trufa comience en otoño, es en los meses de enero y febrero cuando este hongo tienen más carácter y aroma para usarse en la cocina.
El Diamante Negro del Moncayo se encarga de su recolección y pone este manjar a disposición de todos a través de su página web. Del campo, a la cocina de tu casa gracias a la compra online. Y además, para completar la experiencia, también ponen a disposición del cliente visitas guiadas a sus fincas para vivir el espectáculo en directo.
Uno de los pilares fundamentales del proceso de recolección son sus exploradores. Para encontrar este «oro negro» cuentan con la ayuda de un buen equipo: Gros, Mora y Tina, perros truferos. Su olfato permite a los truficultores descubrir este tesoro en todos los rincones del Moncayo y trabajan diario para sacar la trufa de la tierra y llegue al comprador en las mejores condiciones.
La localización, punto clave
Su trufa crece en las faldas del Moncayo, un lugar idílico para el desarrollo de este diamante gastronómico debido a su climatología. Este punto es el más elevado del Sistema Ibérico, lo que garantiza unas condiciones meteorológicas favorables para que la trufa alcance una calidad extraordinaria y ese aroma tan característico. Y es ese potente aroma que desprende la trufa el que le otorga a los platos un valor excepcional y convierten a este hongo, en opinión de los paladares más exquisitos, en la mejor trufa del mundo.
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