Los camareros por vocación son una especie en riesgo de extinción, pero ha surgido una nueva generación de bartenders y apasionados por la coctelería que están revolucionando Zaragoza.
Son jóvenes, cuentan con una gran preparación y les apasiona lo que hacen. Son una nueva generación de hosteleros que han convertido su oficio en un arte y que ya han conquistado Zaragoza. Ante el escenario actual, donde el camarero por vocación es una especie en extinción, poco a poco asoman la cabeza los bartenders, expertos en coctelería o en preparados de todo tipo que hacen de las bebidas auténtica fantasía. La barra es su templo, el escenario donde la magia de la mixología acaba creando tragos increíbles y demuestra que en este oficio puede haber creatividad, reconocimiento y mucha capacidad de progresión. Estos nuevos profesionales siguen la estela de la cocina de vanguardia, que un buen día decidió que además de que la comida estuviese buena había que crear una experiencia.
El mejor ejemplo de lo que está sucediendo lo vimos en la final de la II Ruta del Vermut Preparado Cinzano de Zaragoza, organizado por esta marca y la Asociación de Cafés y Bares de Zaragoza, donde el nivel sorprendió incluso al propio jurado. El premio fue para Kike Visiedo, del Sherman’s Pub, que apenas lleva seis meses al frente de esta licorería especializada en destilados e inspirada en la Ley Seca en el que sirve tragos clásicos como el Siciliano, el vermut preparado con el que ganó este concurso y donde no faltan propuestas sencillas como vinagrillos, curados y tapas en frío.
Pero Visiedo no fue el único que escenificó la profesionalidad y las tablas con las que cuentan estos jóvenes, ya que el resto de finalistas no se quedaron atrás. Sonia Díaz, la única mujer entre los finalistas, que representaba al Bloody, Marcos Concepción (Coco y Bibi), Samuel Sariñena (Mazmorra by Macera), Roger Guevara (Mai Tai) y Alejandro Pinto (La Torre Plaza) reivindicaron su oficio ante el jurado y el público asistente.
Pero no son todos los que estaban, y son muchos más los que están contribuyendo de forma decisiva a que esta tendencia se consolide en Zaragoza. Borja Insa y su Moonlight Experimental, finalista este año del World Class Competition, y nombrado por lo tanto como uno de los 10 mejores bartenders de España, es uno de los máximos exponentes de esta nueva camada de expertos en el arte de la coctelería y, por lo tanto, de la felicidad. La carta de su bar, situado en la plaza San Pedro Nolasco, es pura fantasía, y promete que sus nuevas propuestas van a ser todavía más locas. “Es lo que la gente me pide”, responde a quien le pregunta.
Por no hablar de Jimmy Valios, profesor de coctelería en el Centro de Formación de la Asociación de Cafés y Bares de Zaragoza, fundador de la escuela Cocktails & Food School y ahora del bar Bloody, en el que también actúan la propia Sonia Díaz, Roland López o Javi Calvete. O el propio José Manuel Romeo, uno de los miembros del jurado en la Ruta Cinzano, coordinador de la La Escuela de Hostelería TOPI y head bartender de Makoondo Coctelería. O Luis Marco, de La Bocca, subcampeón de la I Ruta Cinzano y psicólogo de la coctelería, ya que se atreve a prepararte un cóctel según tu estado de ánimo.
O el Grupo Umalas, que ha expandido esta democratización del cóctel por el propio Umalas, el Chilimango o el Dieciséis. O Jorge Lahuerta, del Saucco. O aquellos que, por despiste o por desconocimiento (que me perdonen en cualquiera de los dos casos), me dejo en el tintero, sin que esto signifique que su trabajo sea menos destacable que el de los aquí nombrados. O cualquiera de las decenas de camareros, barmans, bartenders o, llamémoslos como queramos, demuestran cada día que la hostelería es un sector que necesita grandes profesionales y en el que hay un futuro (y un presente) para la gente con ganas de aprender, enseñar, progresar y ser creativa.
Pues eso, mamá, que de mayor quiero ser bartender. Pero no como Tom Cruise en Cocktail, sino como Kike Visiedo en Sherman’s.